18 nov 2009

Tipex

Estamos todos de acuerdo (y si no lo estáis, sinceramente no me importa) en que a la hora de escribir y dibujar nuestra vida, escribirnos a nosotros mismos, retratarnos, nuestras elecciones y nuestros actos, lo mejor es el lápiz. No hay nada tan recomendable para la gente indecisa que el lápiz: si te equivocas borras, si te gusta el trazo lo repasas una y otra vez, dejando que el carboncillo impregne el papel.
Sin embargo a veces nos confiamos, cogemos un bolígrafo (incluso a veces "permanente") y escribimos nombres. Dibujamos caras, personas, vivencias, de las que estamos completamente seguros. Pero entonces te alejas del papel y ves el resultado con perspectiva, ¿y sabes qué? es una mierda. La has cagado.
Entonces te arrepientes pero, ¡ah!, te jodes. Frotas inútilmente con el dedo sobre el papel, lo humedeces con lágrimas e incluso piensas en arrancar la página y comenzar de nuevo.
Pero tranquilo, respira. Si te fijas bien encontrarás a esa persona. Esa que te hará olvidar los errores, decepciones y malos trazos del pasado. Que lo cubrirá todo con su claridad y su perfume penetrante. Que dejará que comiences de cero, en la misma página.
Sí, ya lo se, no será lo mismo. Solo hay que darle la vuelta al papel para observar las marcas que en el pasado hiciste y que resultaron ser fatales. Pero bueno, vuelves a tener otra oportunidad, incluso un par más si me apuras. Escoge bien, empieza de nuevo.
Pero ten cuidado, concéntrate, piensa bien los trazos antes de que sea demasiado tarde y el tipex no se fije sobre el tipex...

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