17 abr 2009

beware of the human

Jode reconocerlo, es más: jode muchísimo, pero todos algún día debemos reconocer una decepción. Entregarse totalmente a una persona, dar tu brazo a torcer, negarte a oír rumores, desconfiar de todo el que te diga lo contrario, lo que no quieres ver, para que luego te fallen: jode.

Nos hacemos los duros, lo negamos, "Estoy bién, estoy bién", "No pasa nada, es mejor así", "Nunca he estado tan bién", blablablá blablabá... pero no, en el fondo nos duele, y a veces mucho.
En el fondo sabemos que algo nos ha cambiado, que no nos gusta un número porque te recuerda a una fecha, que hace meses que no comes algo que te encanta y que significaba algo especial, que borras un nombre de esa lista de "nombres-para-mis-futuros-hijos" a pesar de que antes te agradaba, y sobre todo, que todos los recuerdos con esa persona se nublan. Simplemente el momento más fantástico que recuerdas es ahora un momento normal y corriente, tirando a cutre. Su colonia no olía tan bien ni era tan bueno besando. Su pelo no era sedoso ni sus ojos expresivos. Sus palabras te hacen ahora reír, burlarte o enfadarte, pero ya no te parecen ni siquiera bonitas, aunque lo fueran. La luna no brillaba de una forma especial ni las mañanas eran más cortas. Los profesores no eran más amables ni tus padres más cariñosos.
Ni esa persona era perfecta, ni tu mejor.

Solo quedan recuerdos así, borrosos, oscuros, estúpidos o tristes, y eso nos jode.

16 abr 2009

Amor imposible, supongo...

... no porque él sea un perfecto y juvenil vampiro de cabellos cobrizos y ojos dorados y yo una simple humana torpe y ñoña; no porque él sea una de-repente-estrella-del-rock que utiliza tres botes de laca diarios y parece más femenino que yo, que solo soy una hormonada fan de prominente flequillo; tampoco porque él sea un Montesco y yo una Capuleto; básicamente ella es la campanita de la estación de trenes y yo solo soy una admiradora.
Se que resulta difícil, incluso increíble, pero esos tres soniditos hacen que a veces me levante una hora antes de lo previsto para disfrutar del silencio de las calles, aun somnolientas, que nos separan y así poder oírlo.
No puedo evitarlo, en plena semana de exámenes, en días asquerosamente deprimentes, días tristes, lluviosos o simplemente apagados, días en los que el sol se niega a salir de detrás de las nubes o días en los que las broncas empiezan ya por la mañana... ese sonido siempre me saca una sonrisa. Es completamente involuntario, os lo aseguro.
No, no puedo evitarlo. Me revuelve de los pies a la cabeza, me tranquiliza y a la vez me da energía, y entonces ¡zasca! una sonrisa.

Ese sonido debería ser real. Sin duda sería una de esas personas con las que sabes que puedes contar siempre, sin importar tu estado de ánimo, te mira, se acerca, te abraza y al separarse te sonríe. Como si todo fuera bien, como si todo hubiera pasado, solo con esa sonrisa. Sonríes.
Y nunca te fallaría, sería incapaz de herir a alguien, sería una de esas que después de una discusión no vuelven a dormir tranquilas hasta que todo se arregla.
Si, definitivamente ese timbre debería ser una persona, sin importarme de donde fuera, haría lo que fuera para encontrarla. Sin ninguna duda sería una de esas personas que valen la pena.
Mientras tanto, sé de una que seguirá despertándose pronto para oír un timbre de una estación de tren, para luego sonreír.

13 abr 2009

Querida Anne,


¿Por donde empezar? Tengo tantas cosas que decirte, tantos sentimientos que describirte ... sentimientos que obviamente ya conoces, sentimientos que tu creaste, que tu escribiste y que me hacen estremecer cuando los leo. Porque has traspasado esa barrera, ya no leo, ahora siento.
Tus descripciones, tan detalladas, tan tan perfectas, me transportan de esta aburrida vida que llevo y me hacen creer que estoy ahí, en la Roma imperial o en el París estrambótico y renacentista. Tus personajes, crueles y despiadados asesinos, se convierten en amados a los cinco minutos de lectura.
Que no te importe si critican tu homoerotismo, la manera sensual de describir cada detalle, de tratar con esos seres, imaginarios por supuesto, tan dispuestos a amar incluso a traves de la muerte.
Simplemente espero que no pares nunca de escribir , Anne Rice.
Porque como diría Lestat, je t'aime, chérie!